Julián continuaba en Filipinas durante la Guerra de Cuba en 1898 luchando contra la inevitable muerte por inanición y deshidratación de los soldados(se comían, incluso, hasta las cucarachas) y escribiéndoles las cartas que ellos no podían, porque eran analfabetos.
Allí aparecía Alonso para apoyar a su compañero de la Patrulla del Tiempo. No iba a ser nada fácil porque al verlos hablar, el teniente le decía al capitán que sospechaba de que estos dos hombres pudieran ser espías.